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¿Quieres saber cómo reconocer las altas capacidades en la infancia?

Esther Secanilla nos presenta su libro recientemente publicado «Supermentes, reconocer las altas capacidades en la infancia.» Para ello hemos tenido la oportunidad de realizarle una pequeña entrevista donde nos habla sobre su trabajo.

Esther Secanilla Campo es doctora en psicología por la Universitat Autònoma de Barcelona y miembro del grupo de investigación en infancia y adolescencia en riesgo social de esta universidad, donde ejerce como profesora. En su amplia experiencia ha coordinado equipos profesionales y ha trabajado en diversos equipos de Atención a la Infancia y la Adolescencia en riesgo social, en centros de acogida y de educación especial.


«Supermentes, reconocer las altas capacidades en la infancia.»

La necesidad de abordar e identificar la superdotación es una de las claves fundamentales para leerse el libro que les estamos recomendando. La necesidad de eliminar los falsos mitos, de incidir en un buen diagnóstico y de formar a los docentes y a las familias en una escuela abierta a escucharles y ser sensibles con la diversidad.

Para presentarnos su obra, un trabajo de muchos años de estudio. Esther Secanilla nos responde a las siguientes cuestiones:

¿Qué le ha llevado a publicar este libro?

Es un trabajo elaborado desde hace mucho tiempo. Llevo 20 años trabajando en él. Curioso, 20 años y las cosas no han cambiado tanto. Últimamente, teniendo en cuenta las últimas legislaciones, lo poco que se está trabajando sobre la diversidad, pensé que era buen momento para dar visibilidad a las altas capacidad. Visibilidad ante la extrañeza que producen las altas capacidad. La gente piensa en «un niño superdotado» como algo sorprendente. El desconocimiento y la demanda por parte de los docentes, fue lo que me motivo a publicarlo.

Hoy en día, entre los docentes es un tema como tabú.

¿Es tabú porque no hay formación al respecto?

No hay información clara y fideligna. Y además, tampoco hay formación. En ella está la clave.

En tantos años de investigación, ¿qué le he llegado a sorprender más?

Sí, hay algo que me ha sorprendido muchísima. Es la poca evolución de como abordamos las altas capacidades. Hace 20 o 25 años también me sorprendía. Pero hoy en día no han cambiado tanto las cosas.

¿Cree que se invierte más recursos, por ejemplo, en combatir el fracaso?

Claro, existe desconocimiento. Se da por hecho, un mito habitual, es la falsa creencia de que este tipo de alumnado no necesita soporte. Parece que son tan listos que ya no necesitan nada. Se ha desmostado que son niñas y niños con un proceso de la información distintos. Pero dependerá de los recursos y estrategias que se pongan en su ambiente para que ellos y ellas desarrollen sus capacidades. Si no pueden llegar a ser igualmente verdaderos fracasos escolares.

Otras de las falsas creencias es que estos niños no necesitan un diagnóstico. Parece que no les hace falta porque ellos no están por debajo de la media y esto no es así.


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Cada vez más se escribe sobre impulsar el talento de los más pequeños pero, ¿todos tenemos talento?

Se parte de que cada persona es única. Cada persona es única con capacidades determinadas. No debemos confundir el talento de cada uno, las habilidades propias, con las altas capacidades. Las habilidades individuales, esa capacidad de crecer en uno o en otro ámbito hay que potenciarlo. Hay que hacerlo aunque no se haga.

Si tuviera que dar un consejo a las familias, ¿cuál sería?

Estar atentos. A lo que dicen, a lo que hacen. Muchas veces damos por hecho cosas. De alguna forma, parece que como la mayoría hace las cosas de una manera, parece que tu hijo debe hacer lo mismo.

Si alguien nos explica que nuestros hijos no tienen por qué ser iguales a los demás, tal vez estaríamos más atentos. Si, por ejemplo, nuestro hijo de 4 años lee un letrero de la calle. ¿Quién le ha enseñado? Si ha aprendido solo, deberíamos estar atentos. Nadie como una familia sabe cómo es su hijo. Hay niños y niñas que tienen rabietas porque se aburren ya desde infantil en el colegio. Sienten que pierden el tiempo. Tal vez hay que estar atentos a estas cosas, saber por qué ocurren.

¿Cómo le gustaría que fuese la educación en un futuro a corto medio plazo?

Me encantaría que fuese ya. Estamos volviendo a dinámicas antiguas, el trabajo en equipo, por ejemplo. Pienso que las aulas deberían ser espacios sensibles con las diferencias. Me gustaría que la educación escuchase. Se debe escuchar a los docentes, ellos trabajan a diario con los niños y niñas y ellos saben qué necesitan.

Hay que dignificar esa profesión. Se ha perdido el respeto hacia la profesión docente. Hay que escuchar a los docentes y a las familias. Muchas veces se subestima a las familias porque claro, todas piensan que sus hijos son los más listos. También hay que escuchar a los más pequeños. Escuchando a estos tres actores cambiarían muchas cosas, tendríamos aulas muchos mejores.

Volvemos a tomar los referentes de hace muchos años, ahora vuelven «innovaciones» que ya tienen muchos años. Deberíamos mirar un poco para atrás. Sería interesante.

¿Quién es su mayor referente?

Complicado, tengo muchos. Hablaría de muchos autores. A nivel pedagógico, Paulo Freire o Montessori, por ejemplo. A nivel de psicología, David Ausubel. Pero tengo muchos.

En el libro se pueden encontrar autores muy diversos. En el capítulo que hablo de inteligencia y de cómo entendemos la inteligencia, es un capítulo importante para mi al que menciono a Vygotski. Podría hablar mucho de muchos autores.

Si quiere aportar algo…

Sí, querría destacar el diagnóstico. Su importancia, no con la idea de etiquetar, sino con la idea de mejorar y ser conocedores de la realidad. Poner en marcha todas las medias y estrategias necesarias para que todos pueden tener un aprendizaje significativo.

Los diagnósticos deben ir más allá del coeficiente intelectual. Numerosos estudios apuntan cómo hay que atender aspectos emocional y motivacionales. Son aspectos que el diagnóstico debe contemplar.

@yosoytuprofe_

Fotografía de portada realizada por Mario Izquierdo.

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