Transcurrido un mes en el que la ministra la Sra. Pilar Alegría lanzó ese documento con las 24 propuestas de reforma para la mejora de la profesión docente sigue estando a debate en los centros educativos partiendo al claustro en 2, los proreforma y los que la consideran innecesaria.

También he podido sondear a docentes que se presentan al proceso de concurso-oposición al cuerpo de maestros o de profesores, a estudiantes de bachillerato que quieren estudiar magisterio en un plazo máximo de 2 años y se percibe nerviosismo, incertidumbre e incluso miedo. El miedo es una emoción necesaria que nos pone alerta, sin el miedo, viviríamos sin pensar en posibles peligros para nuestra persona, no obstante, este miedo viene generado por esas “ganas de conocer” nuestro futuro y a qué debemos enfrentarnos, no hay peligro de por medio.

Nadie nos dijo que esta profesión iba a ser un camino de rosas, ni un camino cómodo en el que estudias, “te lanzas a la piscina” y “ya lo tengo todo hecho”

No, la docencia es mucho más, mucho trabajo, mucho estudio, mucha renovación, mucho aprendizaje, mucho, mucho y mucho, pero sobre todo, muchas ganas.
Aún recuerdo ese 2007 en el que terminé la carrera y me metí en un aula con tan solo 2 meses de diferencia (el verano), entre la consecución de mi título y mi primer enfrentamiento con, en aquel entonces, 30 alumnos y alumnas de 6ª de Educación Primaria.

En mi época, la carrera se estudiaba en 3 años y la universidad en la que yo estudié ofertaba prácticas en los centros educativos desde el primer año (2 semanas, 3 semanas y 4 meses, respectivamente). Esas 2 semanas no eran
mucho, pero sí te metían en una realidad en la que podría ser tu vida los siguientes 30-40 años. Me supo a poco, yo quería más, pero hubo compañeros que se quedaron en el camino, decisión totalmente acertada porque estar en un aula es lo más maravilloso que existe y también puede llegar a ser muy duro para quien no tiene vocación.

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Por ello, valoro mucho las propuestas de reforma que tienen en cuenta el acceso a los Grados de Educación Infantil y Educación Primaria, la revisión de contenidos de los planes de estudios que habilitan para la docencia, establecer un nuevo modelo de iniciación a la docencia (PID) en la formación inicial basado en el aprendizaje en la práctica.
Las prácticas son necesarias, tal y como vemos en la FP DUAL en la que encontramos resultados medidos visibles que nos indican del beneficio de esta modalidad de estudio de “aprender haciendo”, práctica que defendemos desde Educación Infantil, formar al alumnado con las competencias necesarias para enfrentarse a la vida y aportar soluciones a las situaciones que se le presentan, eso es ser competente, “aplicar lo enseñado” y qué mejor que aprender desde su futuro puesto de trabajo, qué mejor que aprender lo estudiado en la universidad, en un centro educativo.

Conocer a Piaget, a Skinner, a Montessori, a los hermanos Johnson, a Kagan, a Ramón Flecha… está fenomenal, pero ¿no sería mejor aplicar sus teorías, aportaciones o metodologías directamente a los protagonistas de la educación, nuestro alumnado?

Si lo llevamos a nuestro día a día, no es lo mismo leer un texto instructivo en el que nos dice cómo se hace una tortilla de patata y
que se quede en una mera lectura, que ponernos delante de la cocina, coger la sartén, los ingredientes y poco a poco ir siguiendo los pasos para obtener el producto final.

Conocer cómo son las estructuras de aprendizaje cooperativo es estupendo, aplicarlas en el aula es ¡la bomba! Conocer cómo es el cerebro de los niños y de las niñas es maravilloso, adaptar nuestra metodología a sus intereses y despertar esa motivación por el aprendizaje, directamente es una explosión llamada EDUCACIÓN, sin dejarnos esos valores tan necesarios que hacen que esa
cocción a fuego lento sea un manjar para nuestra sociedad.

Que nuestros futuros docentes estén en contacto con su futura realidad, hará que no se sientan como muchos lo hicimos el primer día en nuestro trabajo en el aula. Detrás de ellos habrá una formación integral, una seguridad, una autonomía y una competencia del manejo del aula en su primer enfrentamiento a ella que poco a poco mejorará como hacemos todos, porque quien crea que no podemos hacerlo mejor, está equivocado, para mí, esta modalidad del proceso de
enseñanza-aprendizaje, es un lujo, aprovechémoslo.

En cuanto al concurso-oposición, creo que nunca tendremos una opción justa de acceso a la función pública docente, pero seguro que se encontrará la más cercana a estarlo.

Artículo escrito por Irene Alegría

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