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El mercado de los TFM, una práctica «dudosa» que prolifera en la universidad

El mercado de los TFM es una realidad, te cuento mi historia. Hay experiencias que, como docente universitario, nunca pensé vivir. Entre ellas, las que se pueden dar cuando te toca ser miembro de tribunal. Algunas, como la que voy a relatar, hacen que te quedes con la boca abierta y no sepas reaccionar.

Este acto supone el cierre de los estudios para los alumnos por lo que conlleva unos protocolos académicos. Hay gente que asume esta presentación como tal y le dan el valor que merece, otros no, tratan de quitárselo lo antes posible. En realidad, viene a ser una clase final más dentro de todo el proceso, aquí con una calificación final. No obstante, esto no es lo que quería concretar.

Normalmente se les pide que sean claros, que no se vayan por las ramas, que traigan muy bien preparada la presentación, que sea visual, etc. Esto son recomendaciones generales, al igual que ocurre con una tesis doctoral. Cuando el estudiante termina, llega el turno de los miembros del tribunal, es decir, en este caso, me toca a mi intervenir.

El trabajo se corrige previamente, yo ya voy con mi guion escrito con el feedback que le quiero ofrecer. Sí, los profesores sí que nos leemos los trabajos para poner la nota final. Al menos eso es lo que yo he vivido. Aquí viene lo que no esperaba escuchar tras una de mis intervenciones.

Ese día, el/la estudiante asentía con entusiasmo a todas mis anotaciones. Quería interrumpirme, pero esperaba con prisas a que yo terminase. Una vez finalicé (trato de no alargarme) dice con tono de casi alivio, como casi una aclaración, que él /ella no es la responsable de esas correcciones, que su trabajo ha sido comprado y que realmente el feedback era para otra persona que no estaba en la sala (llegó a decir el nombre).

¡Nuestra cara de estupor y sorpresa era todo un poema! ¿Qué hacemos ante esto? La conclusión es clara: suspenso. Si bien, hasta un poco de lástima sentimos al no entender cómo se le ocurre tal confesión. ¿Debía sentir empatía y aprobar al alumno/a solo por haberlo contado? En el fondo, recapacitando, lo ha dicho porque daba por hecho que no era algo “indebido”. Vamos, tanto es así que nos lo hizo saber cuando, al cierre, se fue con un no apto para casa.

¿El mercado de los TFM es legal?

Puedo decir que, aunque fuese la primera vez que me ocurría, no es la primera vez que siento y casi sé con seguridad, que ese trabajo no ha sido hecho por el alumno allí presente. Algo que, se queda en eso, una intuición de docente.

Es cierto que desde las universidades suele haber un seguimiento que trata de impedir que eso ocurra. El estudiante no llega y presenta el TFM sin haber tenido una dirección previa. Pero, por lo que se ve: hecha la ley, hecha la trampa.

Por suerte, se puede reconocer el esfuerzo y la dedicación de muchos estudiantes a la investigación. Muchos que invierten un año de fatiga para culminar sus estudios tras horas y horas delante de un ordenador. Puedo afirmar, por todos ellos, que el mercado de los TFM, tanto para el que paga, como para el que redacta, es algo que incumple cualquier ética profesional, académica y que desmerece el sentido pleno de la educación.

Miguel Ángel Ruiz, doctor en educación.

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Consejos básicos para hacer un buen TFM y no morir en el intento

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